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Reconstruir lo común

Una entrevista de Francisco Schkolnik, de la producción de Vino por el Desarrollo, a María Migliore, Directora del Área de Integración Socioproductiva de FUNDAR y ex Ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires y Gerenta General del Instituto de la Vivienda.

Tiempo de lectura: 10 minutos

Francisco Schkolnik: Quería arrancar contando un poco de mi experiencia en el IVC (Instituto de Vivienda de la Ciudad), aprovechando que, como muchos amigos y compañeros, trabajé ahí entre 2018 y 2022, durante lo que fue —de algún modo— tu gestión.

Voy a tratar de ser breve, pero hay una anécdota que siempre me quedó dando vueltas y que me parece que sirve para plantear la pregunta. Yo venía militando desde antes en distintas expresiones del peronismo porteño, y ya tenía una mirada bastante formada sobre lo que era el PRO en ese momento. Me acuerdo clarito: era mi primer día de trabajo y mi coordinadora me dice “venite al segundo piso que hay una actividad”. Subo… y estaba por empezar una charla Juan Grabois. No lo podía creer.

En ese contexto, el PRO tenía una postura política muy marcada contra todo lo que Grabois representaba. Y sin embargo, ahí estaba, con el presidente del IVC, Juan Maquieyra, hablando sobre trabajo territorial en barrios populares y sobre cómo intervenir desde el Estado. Fue una charla larga, más de una hora, con todos los equipos territoriales del instituto.

Salí un poco desconcertado, pero también con la sensación de que ahí pasaba algo distinto en términos de gestión. Siempre lo cuento en tono de chiste: en esa época para mí, ver a Grabois en una sede del Gobierno de la Ciudad dando una charla era como ver a Toto Caputo hablando de finanzas públicas en la Municipalidad de Río Gallegos.

Entonces, lo que me pregunto —y te pregunto— es: ¿cómo se manejaban esas tensiones internas, si es que las hubo? ¿Cómo se armaron esos equipos técnico con tanta mixtura  ideológicamente hablando? Y de ahí otra pregunta, ¿Fue una decisión política pensada o una necesidad para resolver la falta de técnicos con ese perfil dentro del PRO?

María Migliore: No, fue una decisión. Fue una decisión consciente, y mirada en perspectiva, creo que fue una de las decisiones más importantes y acertadas que tuvimos. Respecto a eso me acuerdo mucho de las conversaciones que teníamos, hablando de llamar a los mejores, a los mejores en todas las disciplinas.

Ahí se armó un equipo bien diverso, que tuvo desafíos de gestión bien grandes y de eso podes dar fe en primera persona, porque teníamos equipos técnicos de calidad altísima, de gente que venía de empresas privadas, de haber construido obras de infraestructura gigantescas. Eso era una garantía para nosotros de que las obras en los barrios iban a estar bien hechas y que no iban a ser obras de emergencia como durante mucho tiempo se había hecho.

Realmente queríamos ponerle mucha calidad técnica y queríamos gente que también entendiera los procesos sociales. Nuestra mirada buscaba fortalecer los territorios, poder escuchar a los vecinos y las vecinas, buscábamos que el componente participativo fuera grande. Y en eso, había gente que venía de distintas tradiciones políticas y también de distintas trayectorias sociales, no había una uniformidad política. Teníamos unos equipos en ese momento, que después la gran mayoría pasó también al Ministerio de Desarrollo Humano, que estaban muy comprometidos con perspectivas sociales y no políticas, que venían de experiencias comunitarias, experiencias autogestionadas. Creo que el acierto fue el poder mezclar todas esas tradiciones por una causa común. Y creo que eso pudo hacerse  porque lo que siempre se cuidó fue la calidad de los procesos. Con aciertos y o con errores, pero el denominador común que yo encontré entre todas esas personas era que creían en lo que estábamos haciendo. 

Francisco Schkolnik: ¿En algún momento fue un costo politico tener esa mixtura al interior de la gestión en esos años? 

María Migliore: No, para nada. Desde las reuniones que tuvimos en el primer momento en el IVC y después en el Ministerio, con Horacio, siempre hablamos de que la premisa era que nosotros eramos eran los responsables políticos de los resultados y nosotros construíamos los procesos a nuestro parecer.

Francisco Schkolnik: Quiero retomar un concepto a un amigo y ex compañero de esos años, Maximiliano Ledesma.

Él hablaba —y creo que ustedes fueron pioneros en eso— de una “burocracia del hábitat urbano”. Pero burocracia en un buen sentido: una estructura del Estado enfocada en resolver problemas concretos de lo urbano y lo social.

Con el tiempo, se fue consolidando un equipo de profesionales que trabajó en distintos proyectos, no solo en la Ciudad, sino también a nivel nacional y en la provincia. Y ese equipo, esa lógica de laburo, logró algo raro en este país: una cierta política de hábitat que se mantuvo a lo largo del tiempo, más allá de los gobiernos.

Incluso el año pasado, cuando hubo denuncias contra el FISU y se lo puso bajo sospecha, hubo un acuerdo bastante transversal sobre la relevancia de las políticas urbanas y sociales en la Argentina. Me parece importante remarcar ese consenso —en un contexto como el de hoy, con un panorama político tan fragmentado—, porque no es común. Y en buena medida, ustedes ayudaron a sentar esas bases.

María Migliore: Por eso cuando hacías la primera pregunta te decía que, visto en perspectiva, creo que fue una de las decisiones más acertadas porque yo creo que fue una parte importante de ayudar a consolidar procesos. Como bien decís, cuando gana Alberto Fernandez, muchos equipos técnicos que van a la Secretaría de Integración Sociourbana habían pasado por la gestión del IVC. También muchos equipos técnicos que integraron el IVC en el inicio, venían de la ONG Techo, que fue una de las grandes organizaciones que estuvo trabajando junto con Caritas, los movimientos sociales y el Gobierno en el proceso nacional. Entonces creo que coincidimos personas en la gestión de la Ciudad y la gestión del Gobierno Nacional. Yo en este punto también destaco mucho el rol que tuvieron Sebastián Welisiejko,  Fernanda Monticelli, después Fernanda Miño, que siempre buscaron construir de manera abierta. Era una causa que tenía que convertirse, de alguna manera, en política de Estado.

Esto permitió hoy un saber compartido y una mirada común, que puede variar en temas específicos, en cómo se ejecutan, en cómo se financia, me parece que está bien también que haya discusiones sobre cómo hacer mejor la política. Sí creo que se vio en este tiempo, cuando Milei lo puso en crisis, una voz muy uniforme y muy compartida de que podíamos discutir cómo se ejecuta la política, pero no que no la necesitáramos. Una política que tiene raíz, que mostró resultados, que tiene consenso en todo, o al menos, en una gran parte del arco político.

Para mí esta política, trayéndolo a Francisco a la conversación en estos días, es en gran parte producto de su mirada. Creo que la integración sociourbana es producto de su mirada en dos sentidos, o tres si querés, y hago acá una respuesta larga. Primero, la idea de la integración sociourbana.  Los primeros que empiezan a poner esto en agenda son los curas villeros: hay documentos del año 2007 en Ciudad de Buenos Aires donde ellos empiezan a hablar de que urbanizar está bien, pero que lo mejor es integrar y que hay que reconocer el valor que hay en estos lugares. Reconocer el valor que hay en estos lugares no quiere decir no tener resultados de transformación,  sino que, al contrario, poder escuchar permite que el proceso sea más profundo.  Obviamente después también hubo muchas organizaciones en la Argentina que promovieron eso, pero yo encuentro algo que tiene mucha hondura y mucha raíz  en esa mirada, que creo se fue recogiendo de los distintos lugares. Francisco siempre habló de tender puentes. Me acuerdo acá de algunas conversaciones en primera persona con él, en las que decía qué esa era la manera de construir, qué es contracultural hacerlo, pero que si queremos que algo perdure hay que abrir y hay que ser generosos en eso.

Tambien hay un concepto de Francisco, que me gusta mucho en particular, que es el de la “diversidad reconciliada”, de que el todo es más grande que las partes. Cuando hablas del todo, no es algo uniforme, no es todo es igual, hay distintas partes. Al convivir estas distintas partes, por supuesto que hay tensión, pero que haya tensión también habla de que hay vida, que todas esas partes arman una trama más compleja y más linda, más representativa de lo que es Argentina. Entonces, creo que hay que dejar de ver las cosas en la política con esta lógica de amigo-enemigo y animarse a construir procesos que sean más hondos y que tengan esta nota.

Francisco Schkolnik: Bueno, esto no se dió solo en la diversidad ideológica partidaria de los equipos técnicos, sino también en los procesos participativos, en las famosas “Mesas de Gestión Participativas” que están además obligadas a hacerse en las leyes de integración. 

María Migliore: Total, esta mirada incluye la idea de que los vecinos tenían que ser protagonistas de las transformaciones, que ellos tenían algo muy potente para traer a la mesa desde su historia, su capacidad de resiliencia, desde su construcción, desde su habitar el lugar. Pero te agrego también la diversidad de equipos técnicos, porque para que el proceso fuera bueno, se necesitaban buenos asistentes sociales, buenas personas que supieran liderar procesos participativos. Se necesitaban también buenos ingenieros, buenos arquitectos que diseñaran bien, que pensaran bien la ciudad, que pensaran bien las viviendas. Creo que eso también hay que ponerlo en valor porque cuando estas en el estado,  importa el proceso e importa el resultado de transformación.

Francisco Schkolnik: Hay otro concepto que también le tomo prestado a Maxi: el del “Estado container”. Me refiero a esos contenedores que se instalaron en los barrios para los equipos territoriales y que, con el tiempo, se convirtieron en una especie de símbolo de gestión.

No era solo la idea del “Estado presente”, como se solía decir antes, sino algo más concreto: un Estado activo, con vocación de permanencia, que buscaba meterse de lleno en el territorio y sostener una política en el tiempo. Ya no se trataba de pensar lo territorial desde una oficina, sino de tener un equipo que literalmente le abría la puerta a los vecinos todos los días.

Y muchas veces, hay que decirlo, esa era la única puerta del Estado que existía en el barrio.

María Migliore: Yo me acuerdo de charlas con los equipos, que venían y me decían que estaban hartos de que los vecinos los puteen. Yo decía siempre que eso era un buen indicador, porque al fin había alguien que los pudiera escuchar. La primera parte del proceso es estar, es estar ahí y escuchar. Ahora si solamente escuchamos y no damos resultado, no estamos cumpliendo nuestro rol.

Te traiga algo más también. Para mí esos containers son un símbolo. La primera decisión fue: salgamos a trabajar desde estos lugares y desde ahí vamos a ir construyendo lo cotidiano y este proceso abierto que tiene distintos proyectos, siempre con la idea de que los proyectos pueden ir cambiando. Eso genera mucha tensión porque el Estado no está preparado para trabajar de esa manera. Para mí hay dos símbolos en la Ciudad de Buenos Aires que son muy importantes: el Ministerio de Educación en el barrio 31 y el Elefante Blanco. Y eso es el estado con calidad, estando en un lugar determinado. no solo recibiendo, sino integrándose con un barrio. Bajo esta idea de que estos barrios tienen que ser un barrio más de la Ciudad, uno de los reflejos es eso, es tener la estatalidad ahí inserta y con un montón de gente que, por ejemplo, no trabaja con tareas específicas tan vinculadas al barrio, pero está ahí.

Francisco Schkolnik: Sí pero, en un momento donde el rol del Estado está puesto en crisis. ¿Cómo se revalorizan aquellas prácticas, con todo el andamiaje que implica agrandar el Estado, es decir, más gasto público: contratar más trabajadores, desarrollar más obras, etc

María Migliore: Yo creo que hay que ser contraculturales y decir que el Estado tiene un rol. No creo que al Estado haya a dinamitarlo. Sí creo que al Estado hay que repensarlo, que tiene que dar mejores resultados de bienestar y eso todos los que querramos construir una alternativa tenemos que animarnos a discutirlo con mucha profundidad. Preguntarnos si la calidad de los resultados que estaba produciendo el Estado son buenos o no son buenos, cómo los mejoramos. Ahí hay que probar caminos nuevos.

Pongo siempre dos ejemplos. Uno es el de las personas en situación de calle. Me acuerdo tener discusiones con algunas organizaciones, algunas personas políticas, que me decían que si hacíamos un Convenio con una organización del tercer sector o una organización social estábamos terciarizando la política social. Yo no creo que sea así, hay que superar esa mirada, porque cuando vos veías algunos resultados, los centros que mejor funcionaban por ahí estaban gestionados por comunidades religiosas, organizaciones sociales, ONGs. Entonces, ¿por qué no es posible pensar que eso es una forma de gestionar el Estado? Y esto no es ausencia estatal: el Estado está presente a través de las organizaciones. Creo que en esta problematización, discutiendo mucho sobre cómo lograr mejores resultados, hay que animarse a pensar en esos esquemas, hay que animarse a pensar la estatalidad acorde a los tiempos de hoy. Dependiendo del territorio y dependiendo del tema, cambia mucho según la naturaleza del tema, si es algo local, si es algo nacional, pero hay que perderle el miedo a pensar al Estado de una manera distinta, porque los tiempos cambiaron y también porque hay que reconocer que sobre muchos temas el estado no está dando resultados. Por supuesto no eliminarlo, es demencial pensar en eliminar el Estado.

Francisco Schkolnik:  Cambio un poquito de tema. Leí hace poco un trabajo que sacaron desde Fundar sobre el Potenciar Trabajo en la Ciudad. Me dejó pensando bastante porque, en general, las políticas sociales hoy están bearish en la política, como dice Maslatón. ¿Qué se aprendió de la experiencia del Potenciar Trabajo? ¿Qué se desacomodó con el tiempo? ¿Qué tenía una buena intención y terminó pasando otra cosa? Finalmente, ¿Qué elementos crees que son indispensables para pensar las políticas de empleo?

María Migliore: Creo que, como primer tema general, hay que empezar a pensar la política social con un poco más de especificidad.  No es lo mismo una política para personas en situación de calle que un proceso de integración socio-urbana o una transferencia como la AUH. Son cosas totalmente distintas que a veces caen todas en la misma bolsa. Entonces, para mí hay una primer pregunta, que es anterior al potenciar trabajo, pero que para mí marca una historia y es que cada vez que en Argentina hubo una crisis económica, se creó en espejo un programa de empleo. ¿Por qué? Porque había gente que no tenía trabajo y había que contenerla. Esa definición de que había gente que la estaba pasando mal y que había que contenerla, a mí me parece fantástica. Pero creo que la mejor manera de contenerla no es una política de empleo o una política de complemento de ingresos. Creo que hay un aprendizaje ahí.

Francisco Schkolnik: ¿Coincidirías con la idea de que la política social se tiene que diseñar en el Ministerio de Economía?. Veo un cierto consenso de que la baja de la inflación y el ordenamiento macroeconómico es una política super progresista e importante para inclusión social porque está claro que la inflación afecta más a los más pobres. 

Pero después están los márgenes, siempre hay una pobreza estructural que va a quedar afuera.

María Migliore: Primero, cuando vos pensás un país pensás un todo.  No podés pensar la política social separada de la política económica, educativa o la política productiva. Vos pensás un proyecto integral, un proyecto inclusivo y de desarrollo. Todas son herramientas que vos tenés para lograr algo que te propones. Una buena política económica es la condición inicial y una política económica que no tenga inflación es buena para los pobres.  Esa es tu precondición, un país que no crece, no va a resolver el tema de la pobreza. Pero además del orden macro, necesitas un modelo de crecimiento. Pero ese modelo de crecimiento no te resuelve todas las cuestiones como la educativa, la integración de las villas, las personas que trabajan de manera informal. Ahí necesitas políticas específicas y todas esas políticas tienen que estar encadenadas, tienen que tener coherencia una con la otra, que creo que es parte de lo que en los últimos años no pasó y es parte del desafío a pensar ahora.

Por citar un ejemplo, un tema que es espinoso en la discusión argentina como el régimen jubilatorio.  El régimen jubilatorio es la política social más cara de Argentina.  Entonces, ¿hay que modificarlo? Sí, hay que modificarlo. ¿Hay que modificarlo de cualquier manera?  Obviamente no.  ¿Podés modificarlo sin pensar tu modelo fiscal? No.  Entonces,  ahí es cuando un montón de discusiones se entrelazan. ¿Vos querés crecer? Sí. ¿En qué sectores?, ¿Generan empleo?, ¿Dónde están? Vemos que hay un potencial productivo enorme en Neuquén, pero la desocupación la tenés en los centros urbanos de Buenos Aires, de Córdoba o de Santa Fe. Me parece que hay que empezar a mirar las cosas con un poquito más de doble clic.

Francisco Schkolnik: Justo salió hace poquito en este dossier, de Daniel Schteingart con Paloma Varona, en el que hablan de algunos puntos básicos para pensar el desarrollo. Destacan ahí los sectores estratégicos de la Argentina a potenciar en los cuales Argentina tiene mucho para dar. No solamente son recursos naturales, sino también en valor agregado de capacidades humanas que tenemos en el país. Son sectores siempre de alta complejidad. ¿Es posible pensar una política industrial que incluya a esos sectores más marginados?

María Migliore: Es posible, hay que dejar de pensar en antagonismos. Es mentira que si te importa la macro no te importan los pobres. Necesitamos conciliar una buena política social con crecimiento y orden económico, hay que pensar en una industria potente con cadenas de valor posibles. Cuando pensás en un sector estratégico, no pensás solamente en lo que produce, pensás en todo lo que está asociado. Yo creo que ahí hay que tomar decisiones para que eso realmente se traduzca en desarrollo, no va a pasar por arte de magia. ¿Es difícil? Es difícil, pero es recontra posible. Es parte de lo que estamos trabajando, especialmente con Daniel Schteingart: propuestas que tengan integralidad y estudiando sector por sector para ver las potencialidades.

Francisco Schkolnik: ¿Ahí qué rol podrían cumplir los trabajadores de la economía popular? En el sentido de que también ellos van a tener que transformar quizás su intervención, ya que hoy la economía popular tiene abundancia de recicladores urbanos o feriantes. Ahí abro una pregunta: ¿Cuál es el modo de insertarlos en ese modelo de desarrollo?

María Migliore:  Hay algunas experiencias muy buenas de los recicladores y creo que esas experiencias podrían crecer, expandirse a otros ámbitos urbanos. Creo que la cadena de valor del reciclado puede crecer mucho más todavía, pero que tenemos que pensar en sectores como la construcción, o como el sector de cuidados que tiene una oportunidad enorme. Fijate, estamos viviendo un proceso de envejecimiento, sobre todo en centros urbanos, que va a requerir cada vez más servicios de cuidado.

Te nombré antes reciclado, la construcción y cuidados. Hay otro sector que, obviamente dependiendo del modelo económico que se proponga, tiene mucho potencial: el turismo sustentable. Argentina es un país fantástico, con una buena política de turismo receptivo podes generar muchísimos puestos de trabajo alrededor de eso. Creo que después hay un montón de desafíos, como la estacionalidad de esos puestos, la informalidad, pero, tiene más sentido apostar a eso que seguir pensando en modelos viejos.

Francisco Schkolnik: Algo que siempre surge mucho en los programas de Vino por el Desarrollo cuando hablamos de enclaves productivos virtuosos en la Argentina, saliendo un poco también del ambacentrismo, es la vinculación de esos proyectos locales de desarrollo productivo con la educación. Algo que pasa en lugares como Tandil, Venado Tuerto o Virasoro.

María Migliore: Hay muchas claves, una es un plan de desarrollo. Necesitamos entender qué tipo de ciudades queremos, planificar mejor las ciudades, los servicios que queremos que haya en esas ciudades. El desarrollo de las ciudades intermedias es clave. Creo que los gobiernos locales son cada vez los que tienen más capacidad de responder a las demandas de las personas. Tanto Tandil como Venado Tuerto, por ejemplo, han tenido procesos de planeamiento conscientes, con sus luces y sus sombras, pero esos procesos se desarrollaron. En ambos lugares, tenés una apuesta por la educación fuerte, en la educación universitaria, la especialización, pensar lo que se necesita para cada una de las industrias, y creo que ahí hay un camino por recorrer.

Francisco Schkolnik: Hoy pensar el AMBA como una unidad política parece casi inevitable. Es imposible. Después de la pandemia, siento que eso además quedó muy presente en la sociedad. Sin embargo, no hay estrategia ni vinculación alguna desde la política para el AMBA. ¿Por dónde se puede empezar a construir una política metropolitana?

María Migliore: Creo que es central poder hacer eso y como vos decís, no hay propuestas muy robustas. Uno de los temas principales es el tema del transporte, que está cada vez más colapsado. Pero también el tema del transporte responde a esas tres millones de personas que son de la provincia Buenos Aires y que todos los días entran a la Ciudad teniendo su referencia laboral, cultural, simbólica en ese lugar. hay temas como la salud, el transporte, la seguridad, que no pueden pensarse solamente en clave de la Ciudad de Buenos Aires. Deberíamos pensarlos en clave metropolitana.

Francisco Schkolnik: Mencionaste antes algo de Francisco, pero me gustaría ahondar un poco más sobre esto por la relevancia que toma con su fallecimiento. ¿Qué sentido tuvo su pensamiento y su construcción de sentido en tu práctica de gestión?, ¿Cómo se lee su legado ahora? 

María Migliore: Su legado es enorme y creo que todavía no terminamos de dimensionarlo en Argentina. En mi experiencia personal, me atraviesa en estas tres cosas que hablábamos al principio, pero que se pueden profundizar. Uno es el planteo que hicimos, inspirados en él, del modelo de integración de los barrios populares. El hecho de hablar de integración habla de su mirada y su propuesta. Después esos procesos, por supuesto, tuvieron un montón de experiencias comparadas, gestión, métodos, pero el corazón fue ese planteó. Ahí hay una manera de mirar el problema que es importante.

Me gusta mucho esa idea que tiene de tender puentes, siempre tenés algo para ganar ahí. Hay que animarse a construir en ese largo plazo, donde tienes distintos roles y llevándolo a la dinámica de Gobierno. A veces te toca gestionar, a veces te toca hacer oposición. Ser oposición implica marcar cosas. Por ejemplo, los curas villeros, cuando nosotros estábamos en el Gobierno eran muy críticos de lo que se hacía. Pero era su su rol,  marcar lo que falta. Ahora, había de base un acompañamiento a esos procesos, mismo con las leyes de la Ciudad de Buenos Aires de integración, salieron casi todas por unanimidad. Después había un montón de críticas, controles, para eso está la oposición y esa es su función. Poder tender puentes, poder levantar el teléfono, poder ver el proceso colectivo más allá del interés personal en cada momento, me parece que es súper importante. Esta idea de la diversidad reconciliada me encanta. Como lo diverso se encuentra en algo más grande, que no es uniforme, con cada cosa manteniendo su forma, pero que hace a la película más grande cuando está pintada de todos los colores. Creo que eso es algo hermoso y segundo muy necesario para este tiempo.  Creo que todos tenemos una visión, entonces se puede construir de otra manera, no me quiero resignar.

Francisco Schkolnik: Quería ir brevemente más hacia la coyuntura y hablar sobre la construcción política del futuro.

Como ya charlamos, el Gobierno actual redefine o directamente quiere desarmar las políticas sociales. No pareciera tener un programa de desarrollo más allá de los márgenes macroeconómicos y de la estabilización de la macroeconomía. No parece incluso haber un programa para después de esa estabilización.  ¿Qué desafíos podría enfrentar la política social que quiere sostener un horizonte de derechos?

María Migliore: Para mí es más amplio que la política social solamente. El desafío más grande para pensar lo que viene es reconstruir lo común, porque para mí hay algo ahí del valor que tiene la vida en común. Primero, frente a una noción de individualismo extremo, ya que las personas somos mejores cuando estamos en comunidad, en múltiples comunidades de referencia como puede ser la escuela, el club, el lugar donde trabajas, el club de fútbol que te gusta o la que quieras hoy con lo digital. Para conseguir mejores trabajos necesitas redes de contacto, para hacer mejores investigaciones necesitas profesionales de distintos saberes. La comunidad te hace mejor siempre, en los vínculos, en lo profesional, en todo.

Entonces, creo que hay necesidad de ser contracultural e insistir con esa vuelta. Y sí creo que hay que pensar, en esos lugares comunes, cómo logramos que sean buenos. Hay una noción general de mucho individualismo. A veces las redes sociales y los celulares están potenciando eso, las apuestas online, más depresión.  Obviamente hay que regular, hay que educar y tomar conciencia, pero creo que también hay que ofrecer cosas mejores en la presencialidad. Es importante que tengas algo mejor que hacer en otro lado. Creo que ahí hay mucho para repensar, desde el diseño de la ciudad hasta los parques públicos, la política cultural,  un montón de cosas. 

Francisco Schkolnik: Voy a hacer una pregunta un poco más sencilla. En esos lugares comunes, en esos puentes que crees que hay que tender, ¿ves el lugar para una construcción política de esos lugares comunes?

María Migliore: Por supuesto, sí. Creo que cualquier construcción política nueva tiene que animarse a dialogar con el Gobierno de Milei y las cosas positivas que ha traído. Yo creo que ha traído a la discusión algo más sincero en el debate público, y yo lo valoro. Este consenso que vos me decías al principio respecto a que no tener déficit es importante y que la macro ordenada tiene un valor. Yo lo reconozco. No sé si es el plan de estabilización que más me gusta, creo que puede generar un país mucho más desigual, pero hay cierto consenso que tiene que quedar y cierta vacancia que hay que ocupar. Entonces, me parece que lo que nosotros tenemos que hacer poder construir esas causas comunes, fuera de la lógica de los partidos y pensar un propósito común que nos una para generar una alternativa.

Francisco Schkolnik: En esa construcción de sentido ¿también ves al sujeto político interpelado por Milei? Cuando vos viniste al programa -de Vino por el Desarrollo- dijiste algo que a mí me quedó en el recuerdo porque me pasa lo mismo: es un gobierno que me interpela, que nos interpela todo el tiempo. Por la incomodidad, desde lo negativo, o a algunos desde lo positivo, pero interpela. Siento que veníamos de mucha comodidad ideológica con Gobiernos que no incomodaron tanto y no quizá por eso tampoco interpelaban tanto. Creo que ni Macri lo hizo en ese sentido. En algunas cosas (pocas) cosas son positivas y en algunas muchas otras serán negativas, pero mueven. Creo que está bueno sacudir un poco a la política, por eso soy tendiente a creer que los pueblos no se equivocan y que por algo la gente trajo a Milei a la política. Algo bueno tiene que salir después de esto, o estoy obstinado a creerlo siempre, porque los que estamos en política tenemos que ser optimistas. Quizá, al menos en todo caso, permitirnos salir de la repetición de fórmulas agotadas en la política.

María Migliore: Yo creo que hay algo de esto que vos decís en Milei. Quizás a vos o a mí, a varios, nos trae aprendizajes. Yo no voy a compartir su modelo de país, pero sí estoy aprendiendo a cómo repensar la política y por eso creo que hay algo de poder pensar una construcción política nueva. Primero hay que definir qué creemos, definir el programa que quiero construir y lo que quiero hacer. Entonces, todos los que quieran venir a hacer esto estarán adentro y después negociaremos quién hace qué, cuál es el mejor rol para cada uno.

Hay una primera invitación ahora que es construir el sueño, construir la idea, construir esa cosmovisión con aplicación de política pública concreta. No puede quedar en abstracto. Si quiero reconstruir lo común, lo voy a hacer con estos cambios, con estas transformaciones en los clubes, con esta política de integración sociourbana, con este modelo propio.  Darnos ese tiempo para pensar eso y después mezclar. Yo estoy segura que tenemos que mezclar cosas que antes no estaban dispuestas a mezclarse. Creo que hay ahí un gran aprendizaje.  Una buena apuesta para el futuro.